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domingo, 22 de noviembre de 2015

Siguiendo con el Vedantasara vamos a ver la refutación de las nueve teorías incorrectas sobre el atman

Dice Sadananda que ninguno de los citados en las nueve teorías erróneas sobre el atman es el yo, empezando por el hijo y acabando por el vacío. Y no lo son porque cada una de las falacias sobre las escrituras, el raciocinio y la experiencia son refutadas por:
- la incompatibilidad con los textos védicos fuertes, según los cuales el yo es interior, no tosco, sin ojos, sin aliento vital, sin mente, inactivo, la Consciencia, sólo Consciencia, lo Real.
- por el carácter transitorio de los objetos inconscientes desde el hijo hasta el vacío, que están iluminados por la Consciencia
- por la mayor fuerza de la experiencia del sabio de que "yo soy el brahman".

Desde el punto de vista de las escrituras sabemos que un texto es más fuerte que otro aplicado los "seis indicadores de sentido" que sirven para explicar la intención de un texto a pesar de sus aparentes incoherencias. Des este modo Sadananda enumera nueve características del yo extraídas de sendos textos upanisádicos más fuertes que contradicen los textos alegados por las teorías erróneas del yo. Contra la teroría de que el yo es el hijo afirma que el yo es interior, no un objeto externo. Contra la teoría de que es el cuerpo físico, afirma que no es tosco. Dice también que el yo "no tiene ojos ni oídos, ni manos ni pies". Así que no puede ser los órganos. Niega tanto que el yo tenga aliento vital como que tenga mente, manas. Dice que el yo es inactivo, contra los que afirman que el yo es buddhi, intelecto. Dice "Nadie me conoce. Soy la Consciencia eterna. Soy sólo Consciencia".  De manera que no puede ser la ignorancia ni consciencia mezclada con ignorancia. Por último, contra los que dicen que el yo es el vacío, dice que el yo es sat, lo Real; y afirma que es satya, la verdad.
Las escrituras son como una escalera, cuyos escalones son todos útiles y válidos, aunque haya que trascenderlos. Para cada persona hay un escalón más adecuado. Con esta refutación Sadananda lleva al lector de las teorías más toscas, como el hijo o el cuerpo físico, hacia las más sutiles, como la consciencia condicionada por la ignorancia o el vacío. Y un  paso más allá, hasta el atman verdadero, más sutil que lo más sutil. Todos los textos del Vedanta se refieren al brahman, directa o indirectamente, como pasos iniciales de una exposición gradual que culmina en el brahman supremo.
El segundo argumento de Sadananda dice que los candidatos a ser el yo de la persona no pueden serlo ya que son transitorios, y el yo verdadero debe ser eterno. Todos los entes limitados, por sutiles que sean, son objetos conocidos, no el sujeto conocedor. Los objetos aparecen al ser iluminados por la Consciencia. Esta en cambio, no necesita nada externo que la ilumine.
Si pensamos que el yo es un organismo que contiene todos esos yo parciales como una totalidad, ahí también es aplicable la objeción del Vedanta: este organismo entero, compuesto de realidades objetivas, también es un objeto percibido, no el perceptor. Es un robot inconsciente cuyo funcionamiento automático es aprehendido por el sujeto puro, el testigo, saksin, que es el verdadero yo. Éste es el argumento clave del Vedanta, y se trata, además, de una forma de meditar: yo no soy el cuerpo, los pranas, la mente, etc., sino el testigo de todos esos objetos. Soy el testigo de los tres estados de consciencia: percibo los objetos de la vigilia y los sueños y la ignorancia que oscurece el sueño profundo. Soy "el Cuarto", turiya, más allá de todos los estados mentales, más allá de todos los cuerpos y las envolturas, la Consciencia pura en que todos estos universos parecen existir. Por la meditación, esta visión de la realidad, inicialmente teórica, acaba volviéndose directa y espontánea. Entonces desaparece la ignorancia y el individuo se convierte en un sabio, alcanzando así la liberación de la ignorancia, el apego y el sufrimiento.


Comentario de Pandu:

A través de estas teorías erróneas llegamos a la vislumbre del atman explorando aquello que el atman no es, por la negación, y lo descubrimos en aquello que está en nosotros y en todo y en todos, que es testigo de todo lo parcial y transitorio. Y a ello se llega a través de la meditación, de la contemplación. Esta es la gran singularidad de esta vía de conocimiento.

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